El nuevo álbum de Blur te lleva a un viaje entre dos mundos

Los matices de un mundo privado y la reflexión tras una ruptura sentimental, así se podría resumir el nuevo álbum de la banda británica Blur: The Ballad of Darren, el cual se caracteriza por su enfoque melancólico y retrospectivo, alejándose de la ironía de trabajos anteriores.

Quédate a descubrir más detalles que te harán disfrutar del último proyecto de esta icónica banda.

“Acabo de revisar en mi vida y todo lo que vi fue que no vas a volver”, así lo dice Damon Albarn en “The Ballad”, el tema con el que su banda Blur abre su nuevo disco, una declaración musical a la melancolía.

En retrospectiva Albarn pone toda su atención y energía creativa en Blur, lo hizo desde 1988, cuando recién nació la idea musical, lo reafirmó en todos los trances y ventarrones por los que ha pasado el proyecto y lo sigue haciendo en este milenio.

Sí, este romance ha pasado de retratar la ironía de la ciudad que lo vio crecer a pintar un futuro distópico de un mundo que cada vez se empieza a parecer más al real. Y justo en ese tenor: The Ballad of Darren responde a otra necesidad, la de retratar su mundo privado.

 

 

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Desmarcada de la trilogía Modern Life is Rubbish (1993), Parklife (1994) y The Great Escape (1995), que supusieron una sátira sobre el amor británico en general (y londinense en particular), el nuevo The Ballad of Darren habla más del desapego.

Este álbum guarda una conexión con 13 (1999), disco que también retrató una etapa dolorosa en la vida de Albarn y sirvió para drenar el desasosiego tras su separación con Justine Frischmann, vocalista de Elastica. Ahora esta musa vuelve a tocar las fibras del vocalista tras la separación de su ex pareja, la artista plástica Suzi Winstanley.

Pero lo que en el disco de 1999 habían sido tribulaciones y experimentación sonora, ahora fluye desde un lugar melancólico y retrospectivo, como si no quisieran quebrar el relato intimista de su cantante.

 

 

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Por su parte, la guitarra de Graham Coxon propone un viaje al pasado en “St. Charles Square”, un tema que musicalmente remite al Blur de la primera mitad de los noventa, pero en cuya letra el terror se esconde debajo del suelo.

Luego, tras la insinuación, “Barbaric” se anima a llamar a las cosas por su nombre. El tema fluye como un pop agridulce sostenido por el tándem rítmico de Dave Rowntree y Alex James, en el que Albarn esquiva todo tipo de metáforas: “Me gustaría, si tienes tiempo, de hablar contigo de lo que me hizo esta ruptura / Perdí el sentimiento que pensé que nunca perdería ¿Adónde voy ahora?”.

A medida que las canciones avanzan, la disidencia emocional, o mejor dicho: la ruptura, se perfila como una constante a lo largo de The Ballad of Darren. La balada “Russian Strings” es un paseo por las calles de Belgrado y no puede contemplar lo que lo rodea porque parece tener una sola cosa en mente.

Esa misma idea se replica en los 2 minutos y 57 segundos de “The Everglades”, un claro homenaje a Leonard Cohen, tanto en forma como contenido: “Hay muchos fantasmas en mi mente, muchos caminos que desearía haber tomado”.

Pero el proceso del luto sentimental da un giro inesperado en “The Narcissist”, un hit emotivo en el que el vocalista parece hacerse cargo de su rol en la derrota.

Así, bajo estos tonos el juego del pasado, lo prohibido y el descaro de la realidad, fluyen para hacer uno solo en este gran álbum que nos presenta muchas caras con intersecciones de melancolía.

Escrito por: Editorial Audi

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